A veces
se me rompen
trocitos de mi
y me acuesto
llorando.
Entonces soy libre
si duermo de roto
y de cansancio
de llorar
durante un rato
en el que me ven
las estrellas del techo
(y nadie más).
Libre pensando
sin pensar.
Sintiendo
remendada.
Pero,
así no vivo.
Por eso
no me queda otra
que seguir despertando(me)
y estallando
otra vez
en mil pedazos azules
cuando recuerdo
la licuadora.
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